Las infancias de Gaza, nuevo ataque contra la humanidad

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francisco rodriguez

Desde principios de octubre inició una nueva ofensiva de Israel contra Palestina a causa del ataque injustificado que el grupo islámico palestino Hamás ejecutó contra ciudadanos de Israel.

Si bien esta noticia no es novedosa, resulta que los efectos que ha causado este nuevo conflicto son abrumadores, seguramente, como no se había visto ultimamente un ataque contra la población civil; además de la destrucción de edificios, casas e infraestructura básica de la franja de Gaza. Las fotos y los videos que circulan en medios de comunicación – sobre todo independientes – no dejan nada a la imaginación.

Los muertos causados por esta nueva fricción ya se cuentan por miles. Pero debemos fijar nuestra atención en un grupo vulnerable que ha sido el más desfavorecido en estas semanas de conflicto: las infancias de la franja de Gaza.

Según estadísticas oficiales, hasta este momento, más de 4 mil infantes han perdido la vida en la franja de Gaza a causa de los ataques inhumanos de Israel. Pero el punto no es el número de infantes muertos, sino el resto de los efectos que ha dejado el conflicto. Los niños, niñas y adolescentes que han logrado sobrevivir a los ataques, se han quedado sin padres, sin casa, sin alimento, incluyendo hospitales que puedan resguardar, por lo menos, su salud.

Pero hay más. Y este es un aspecto que prácticamente no se habla en ningún medio de comunicación. Las secuelas emocionales que deja cualquier guerra son devastadores, incluso para quienes supuestamente están preparados para atravesar una guerra. Eso significa que un niño o niña que ha presenciado actos atroces seguramente ha experimentado trastornos psíquicos que los dejarán marcados de por vida, por ejemplo, el ver cómo privan de la vida a sus hermanos o padres, cómo se desangra un cuerpo humano a causa de la pérdida de alguna extremidad, por citar algunos casos. Todas estas circunstancias ponen en riesgo la salud mental de las infancias.

Hace un par de días un grupo de niños de la franja de Gaza emitió un mensaje contundente al mundo: “Queremos vivir. Tenemos derecho a vivir en paz. Queremos comida, medicina y educación. No bombas”.

La deshumanización de la comunidad internacional no tiene límites. Los intereses geopolíticos, los egos y hasta el desinterés de un semejante es la fuente de este nuevo conflicto y sus terribles efectos. Pero el mundo funciona así. La geopolítica siempre es más importante que la vida de un ser humano. No importa si se trata de un hombre, mujer, niño, niña o adoslescente. El precio de un cambio para el mundo sustentado en la guerra siempre será pagado por los mismos actores: la población civil.

“Nadie experimenta en cabeza ajena”, reza un viejo refrán para ilustrarnos que nadie puede asumir una posición o experimentar algún sentimiento si uno no vive por sí mismo la situación de que se trate. Un ejemplo de ello es el clímax de la película  “El niño con el pijama de rayas”.