En el México de la segunda mitad del siglo XX cuando la época hippie se hallaba en la cúspide, los jóvenes eran portadores del cambio de conciencias que fundaría un punto de inflexión para nuestra juventud.
Los valores tradicionales se ponían en entredicho por los “rebeldes sin causa”, que buscaban refundar los valores culturales de la generación de sus padres. El rock era una fuente de inspiración contracultural que en verdad motivó muchos cambios en nuestra sociedad.
Los cambios contraculturales no eran los mismos para las mujeres. Aunque la apertura comenzaba a dar frutos, en México, las jóvenes aún se enfrentaban a los prejuicios de casa, sobre todo de papá: “para qué vas a estudiar si te vas a casar”. “Estudia hasta la secundaria. No necesitas más”. “No vas a la escuela porque lo decido yo”. Esa era la realidad de las mujeres en el año que cambió la conciencias en México.
El cambio ya había dado frutos. Las mujeres eran líderes en sus escuelas y facultades; también ocupaban cargos de responsabilidad en el Consejo General de Huelga (CGH), aunque únicamente representaban el 8% de los líderes estudiantiles.
Las jóvenes también marchaban, volanteaban y boteaban en los camiones, repartían folletos y daban discursos durante las protestas. De hecho, el 2 de octubre de 1968 muchos de los oradores eran mujeres estudiantes. Las jóvenes en aquel año eran portadoras de libertad e igualdad, de derechos y prerrogativas para todas las mujeres. Esa es una de las principales aportaciones de las jóvenes al movimiento del 68.
Cuando el ejército tomó las instalaciones de Santo Tomás, las mujeres no abandonaron su plantel, aunque sus compañeros ya les había advertido del peligro que corrían si se quedaban en el lugar. Las jovencitas nunca huyeron.
Es importante destacar el papel de nuestras jóvenes en el movimiento del 68, que luchaban por igualdad y libertad, que sin darse cuenta eran las pioneras del activismo femenista a finales de los años sesentas, que se atrevieron a desafiar a un modelo tradicional que la sociedad les asignaba solo por ser mujeres; pero que además lograron lo imposible: el liderazgo de una juventud sedienta de cambios y de comprensión generacional.
Las mujeres del 68 que aún se encuentran entre nosotros son un testimonio histórico del parteaguas que definió las conciencias de nuestros padres a 55 años de nuestro 68.