La mañanera

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Columna: Política Ficción
Por: Gabriel Zaldivar

En comunicación política el trabajo de acercamiento directo con la población gobernada es una de las tareas de mayor complejidad… hasta que un día López Obrador y su equipo inventaron La mañanera. Establecer un canal informativo directo entre ciudadanía y autoridad es un reto que no registra en México ningún logro mayor al del actual titular del Poder Ejecutivo.
A la población mexicana -y a la del mundo occidental- la “vacunaron” durante poco más de tres décadas contra el valor del trabajo político y de los representantes populares. Algunos de estos representantes ayudaron -sin querer queriendo- a la denostación de su labor. El animal político se convirtió, durante el fallido modelo global mal llamado neoliberal, en un consumidor.
De pronto, y con varios poco conscientes, la participación ciudadana y el involucramiento con lo político volvieron a la palestra. Motivados por el nivel de pobreza, las malas condiciones de vida, los estándares de impunidad y corrupción, la falta de movilidad social, entre otras, los gobernados abortaron un modelo y eligieron otro cuyos resultados son impredecibles. Ocurrió en Rusia, Estados Unidos de América, Francia, España, Brasil y México.
La ciudadanía conoció su poder y habrá de ejercerlo. Cada nación y su población definirán cómo hacerlo. En México recién comenzamos. Las mexicanas y los mexicanos viven el empoderamiento. Los intentos de mantener el control de la mente nacional, de descalificar al pueblo, de predicar discursos mediáticos llenos de medias verdades, han tenido como respuesta el desmontaje de fake news y la exhibición de redes de corrupción de quienes se ostentaban defensores del pueblo, entre otras acciones.
Medios masivos de información y ciudadanos –con filias y fobias morenistas- informan, discuten, comparten, difunden, contrastan lo que en La mañanera dice su presidente, sí, el que marca la agenda, dicta los temas, genera polémicas, califica y descalifica, exhibe, valora, ríe, regaña, predica, analiza. Quien no defiende, ataca, aplaude o desaprueba el discurso mañanero no existe.
Lo intentó Fox hace década y media. No pasó nada. El fracaso calderonista ni mención merece. Peña destacó no solo por la elevada inversión publicitaria, que usted y yo pagamos con nuestros impuestos, sino porque fue la estrella del meme sexenal; solo puntos negativos.
Finalmente López, con un modelo de comunicación en apariencia sencillo, le dice a la gente y a los medios que la información está ahí, en La mañanera, y que deberán madrugar si quieren co-protagonizar la nota, siempre en rol secundario y uno que otro de patiño.
“Esto no es un cambio de partido, sino un cambio de régimen”, dijo López en su toma de protesta, y La mañanera es solo una estrella fulgurante cuyo brillo deberá durar 6 años en los que muchas estrellas dejarán de resplandecer.