
María Gudelia Salinas, una bióloga de la UNAM, llegó en 1998 a Zimbabwe a un congreso sobre especies en peligro en extinción. Entre tantos invitados se encontraba Adegoke Adegoroye, un príncipe yoruba de Nigeria (la raíz ade significa príncipe) que iba en su calidad de Secretario Permanente de Turismo de Nigeria y quedó prendado de ella. Lo que sucedió después sería tema para una novela, pero mi punto aquí es contarles que hoy, dieciocho años después, están casados, viven en Abuya, capital de Nigeria, y tienen a la pequeña Adesewa, y María se ha convertido en una princesa méxiconigeriana.
El pasado 7 de junio Marco Antonio y Eloísa García Blanco, los embajadores de nuestro país en ese país, le otorgaron el premio OHTLI, que es la mayor distinción que el gobierno mexicano da a los mexicanos que trabajan en el extranjero por promover la cultura y las tradiciones mexicanas.
Le pregunté por qué.
-Pero el vehículo más importante para sensibilizar a la gente hacia nuestro país fue la tienda que abrí. Mi esposo y yo, que viajábamos a México, siempre traíamos regalitos de allá de plata, textiles, y la gente acá se quedaba tan sorprendida que comenzaron a pedirme que los trajera para vender. A través de la tienda yo explico el significado de lo que vendo, de donde viene, las costumbres, las tradiciones de México. Y es que mi trabajo allá era organizar grupos de mujeres campesinas, de pescadores, agricultores y los enseñábamos a hacer algo. Entonces, cuando tuve la oportunidad de la tienda, me fui a recorrer la República buscando a las artesanas. He recibido premios porque gracias a mi negocio los nigerianos están viajando a México.