
Columna por: Esthela Giron
Parece que fue ayer que escribí sobre ellas. Pensé que iba a ser una moda pasajera de la cual, tarde o temprano, ellos se iban a hartar y las cortarían de tajo, para lucir de nuevo limpios y tersos, dado que traerlas causa comezón y calor. Pero no, ahora las encuentro en todas partes, como arbustos en rostros donde sobresalen tímidamente nariz y ojos.
Lejos de deshacerse de ellas, ahora son una obsesión masculina, y las seguimos admirando en la mayoría de los hombres que tiene la fortuna de poseerlas desde su ADN.
He escuchado a caballerosque están haciendo todo lo posible para lucirlas completas y lo más densas posibles. Y me alegra, pues la industria de productos de belleza masculina se está diversificando para satisfacer al reciente nicho de mercado, con lo cual comprobamos que las modas y ofusques llegan a todos los géneros y no son exclusivas de nosotras las féminas.

El movimiento hípsterparece ser el causante de esta usanza, la cual ya ha durado varios años y se quedará otros tantos, incluido éste, en el que, según lo dicta la moda, las barbas se llevarán frondosas, espesas e impenetrables, tipo náufrago, largas y desordenadas y, para nuestro horror, hasta con flores incrustadas y teñidas. ¡No por favor!
Señores, ya no hay pretexto. Este boom de vello facial ha traído establecimientos que ofrecen servicio especializado en diseño, rasurado y recorte de barba y bigote. También existen a la venta shampoos, acondicionadores, abrillantadores y fijadores, para portarla sofisticada y a la moda.
Sólo recuerden, la única contra de llevarla es que no a todas las mujeres nos gustan los hombres con barba descuidada y que una imagen pulcra abrirá muchas puertas.