Zócalo a tope… ¿qué sigue? 

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Ernesto Uranga Vox Populi

La defensa del voto ciudadano en la concentración del Zócalo del pasado 26 de febrero, fue un impulso histórico y fundacional.  

Histórico, porque fue una manifestación más del poder ciudadano en lo que va de este oscuro sexenio. Se perdió el miedo, y en continuación de la marcha de noviembre del 2022, aglutinó más voluntades de individuos libres en pro de una democracia real. 

Fundacional, porque fue el llamado a integrar un frente ciudadano para detener la embestida contra la institución encargada de garantizar el voto libre: el INE.  

Las imágenes del Zócalo a tope circularon en los medios nacionales e internacionales. Se mostró así el poder de los ciudadanos para exigir a ocho Magistrados de la Suprema Corte que actúen conforme a Derecho y en vigilancia consciente de su gran responsabilidad en el futuro de un México libre, no sometido a caprichos de caudillos e intereses externos.  

Desde luego, las descalificaciones burdas no se hicieron esperar. Como es su costumbre, los lacayos de Palacio vomitaron improperios, canalladas, ofensas, adjetivos vulgares y todo su elenco de lenguaje del pensamiento único de su patrón.   

José Ramón Cossío y Beatriz Pagés hicieron sendos llamados a proteger la democracia y las libertades ante los ataques de quienes ven perdida la contienda del 24 por la vía electoral. Son los que llegaron al poder gracias a la democracia y ahora la quieren eliminar para poder proseguir sin trabas la destrucción del país, de ahí su énfasis en el plan B.  

El México agraviado, engañado, burlado y ofendido, se dio cita para exigir sus derechos. Y lo más importante: se mostró a sí mismo como una sola fuerza, como un solo puño en alto para decir ¡basta! 

Pasado el momento de la euforia por reconocerse a sí misma como una oposición potente, numerosa y eficaz, queda el tema fundamental: ¿qué sigue? 

No se ven en el panorama nacional figuras de líderes reales que puedan encabezar esta gran fuerza ciudadana. Si la oposición ha estado arrinconada por la política del partido único, hoy, con el juicio a García Luna y por ende a Calderón y el PAN, la cosa está más complicada. Con ese desprestigio, sería muy difícil lograr algo firme.  

Y de aquí al 24 queda poco tiempo para ver surgir a una persona que asuma y logre dar cauce a ese poder ciudadano tan visible. Ojalá y me equivoque.  

Por otro lado, también faltaría una plataforma política clara que le dé cauce y certidumbre a los objetivos a conquistar, al perfil de país deseable y a una sana interacción de sus instituciones, atendiendo también a las particularidades que la fuerza ciudadana incorpore en sus filas.   

Finalmente, el reto está en poder integrar una fuerza ciudadana con claridad de metas y procesos; si se trata de un nuevo partido, pues que así sea. Pero este escenario para el 24 es improbable. 

Por lo pronto, la ciudadanía ha despertado y se da cuenta de su gran poder.  

Ojalá que no se convierta en el tigre liberado, que destruye todo a su paso.