En pleno escenario de pandemia, el mundo sigue batallando por los efectos económicos y de salud que ha dejado el bichito 19 desde el año 2020. Lo que ocurre actualmente a causa de esta contingencia sanitaria es un reflejo de la desigualdad y las grandes diferencias que existen en prácticamente todo el mundo y que no somos capaces de superar en aras del bienestar general. Bueno, ni siquiera somos capaces de proveer lo indispensable para que las personas tengan garantizada, por lo menos, lo indispensable para sobrevivir.
En entrevista para un medio europeo, el Secretario General de la ONU afirmaba que en Occidente el 80% de la población ha recibido vacuna contra el bichito 19, mientras que en África, difícilmente el 2% de la población total de ese continente, ha recibido una dosis de vacunación. En la misma entrevista, el Secretario General nos platicaba que el mundo se encuentra envuelto en conflictos bélicos arraigados, al tiempo que existen nuevas amenazas de guerra.
En efecto, hace varias semanas que nos han llegados noticias de que Rusia puede invadir Ucrania. Esa supuesta amenaza le ha dado la vuelta al mundo como una amenaza seria contra la paz mundial, sobre todo en Occidente cuyos medios de comunicación informan que un ataque ruso es inminente; que la OTAN y Estados Unidos apoyarán incondicionalmente al pueblo ucraniano; que éste ha recibido armas para defenderse de un ataque y que Ucrania no está solo frente a la amenaza de Moscú.
Pero, ¿cuál es la realidad de este enredo internacional? La armada de Rusia es una de las más grandes y poderosas del mundo. Si hubiera invasión total contra Ucrania, sin duda, este país sería dominado en un par de semanas. El ejército de Ucrania difícilmente alcanza los 150 mil efectivos, que de ninguna manera serían un problema para el ejército ruso. Si bien la OTAN ha apoyado a Ucrania con armamento, éste no es suficiente ni eficiente para “derrotar” a uno de los ejércitos más fuertes del mundo.
Por otro lado, una invasión total sería muy costosa a nivel político y económico, pues además de las sanciones contra Rusia, habría un desplazamiento forzado de ucranianos hacia el resto de Europa cuyas fronteras –estoy seguro– serían cerradas para los desplazados. La razón es sencilla: Ucrania no es un país miembro ni de la OTAN ni de la Unión Europea.
El fondo de este “conflicto” deja en evidencia la verdad: ni la OTAN ni la Unión Europea pelearán abiertamente con Rusia por defender a Ucrania. Este país, aunque deseoso de incorporarse a Occidente, no vale la pena para que las potencias occidentales sufran pérdidas de ningún tipo por un país que no lo amerita. He ahí el punto.Rusia, en todo caso, defiende su región de influencia en Oriente, la cual ha sido invadida por las potencias occidentales. Seguramente no habrá ninguna confrontación abierta, ni Rusia permitirá una invasión a su espacio de influencia. Entonces, ¿cómo resolver el meollo de este asunto?