Por: Francisco Rodriguez
Con la firma del armisticio de noviembre de 1918, se ponía fin a los enfrentamientos bélicos entre las potencias que participaron en La Gran Guerra y luego se dio paso a las negociones de paz entre los vencederos y vencidos.
El Tratado de Versalles fue el acuerdo firmado entre las potencias vencedoras y Alemania medio año después del armisticio de 1918. El 28 de junio de 1919, en el “Salón de los Espejos” del Palacio del mismo nombre, se firmó ese acuerdo de voluntades.
Alemania no participó en las negociaciones cuyas condiciones fueron durísimas para ese país. De las tres potencias que diseñaron el Tratado, fue Francia la más interesada en castigar militar y económicamente a su enemigo de guerra, pues consideraba que gran parte de la guerra había tenido lugar en suelo galo causando un gran número de muertos y grandes pérdidas económicas. En el lado opuesto, se situaba Estados Unidos que veía a Alemania como un potencial socio comercial y cómo las pesadísimas sanciones afectarían en el futuro indirectamente a la economía norteamericana, así que no quería que el país germano fuera tratado con extrema dureza.
Uno de los puntos más importantes del Tratado de Versalles fue la creación de la Sociedad de Naciones que nacía con la encomienda de evitar futuros conflictos bélicos. El punto más controvertido era que se consideraba a Alemania como el único responsable de la guerra y la no aceptación del Tratado hubiera significado el reinicio de las hostilidades; por lo que la Delegación Alemana lo consideró como “una paz a la fuerza”, ya que su clausulado incluía disposiciones territoriales, militares y económicas. Entre las clausulas territoriales se encontraba la recuperación de Alsacia y Lorena por parte de Francia, la apertura del pasillo polaco que dejaba aislada a Prusia Oriental del resto de Alemania; por otro lado, la cuenca del Sarre pasó a ser administrada por la Sociedad de Naciones.
Además de lo anterior, las colonias alemanas fueron repartidas entre el Imperio Británico y Francia. Desde un punto de vista militar, se obligó al país responsable a reducir su ejército a 100 mil efectivos y sin ninguna posibilidad de rearme.
Por último, Alemania quedó obligada a pagar una indemnización de guerra equivalente a unos 140 mil millones de marcos en favor de los países vencedores, lo que significó el hundimiento aún más grave de la economía germana.
En conclusión, la población alemana siempre consideró injusta la paz de Versalles y varios años después fue la justificación perfecta para el ascenso del nacionalsocialismo al poder, así como los deseos de revancha y venganza del líder de ese régimen que gobernara Alemania de 1933 a 1945; pero esa es otra historia.