Cambiar… para que todo siga igual

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Columna: Vox Populi
Por: Ernesto Uranga

Sí tan sólo viésemos que el combate a la corrupción se impulsa con todas las armas y recursos -legales, políticos y de comunicación- de las que puede echar mano la 4T, la certidumbre de las acciones quedaría asegurada. Pero no ha sido así en la mayoría de los casos.
Son numerosos los ejemplos en los que se ha incurrido en corrupción flagrante, en opacidades claras, como por ejemplo las adjudicaciones directas de compras y contratos para la obra pública. Con ello, el combate efectivo al flagelo se reduce tan sólo a una burda manipulación y un engaño cruel. Una mentira más para salir del paso.
La editorialista de Excelsior Cecilia Soto, ha afirmado que en todo su discurso el presidente miente en forma deliberada, y con ello consuma un adoctrinamiento que busca simplificar, inventar adversarios, detectar conspiraciones, dividir al país entre buenos y malos. Esto es así -explica- porque dispone de un margen de maniobra muy pequeño, ya que quien en verdad gobierna en México es la globalización económica y el crimen organizado.
Ciertamente, la hipótesis no suena descabellada, principalmente porque la ilusión de una autonomía genuina y originaria es la que el presidente debe construir día con día, y en ello se empeña con gran intensidad y sin parar mientes en formas y detalles de racionalidad y sensatez…el tiempo apremia. La centralización del poder en su persona, como máximo intérprete de la realidad nacional, le habilita para ostentar el derecho de, incluso, llamar a pasar sobre la ley en aras de una justicia prevalente.
Cabría preguntarse si, en efecto, el presidente ha doblado las manos ante el crimen organizado y, a cambio de impunidad y “protección” gubernamental, ha negociado condiciones inconfesables.
La gobernabilidad del país es requisito indispensable para una actuación equilibrada de las partes en conflicto. Y tal parece que al anunciar que la función del gobierno no es perseguir al crimen organizado, el presidente está reconociendo, al mismo tiempo, la inutilidad de los esfuerzos de los gobiernos anteriores y la necesidad de cimentar su gobierno sobre bases, distintas y sólidas, en seguridad pública… colaborando con el crimen organizado. ¿De qué otra manera podría interpretarse? La caza de huachicoleros, por ejemplo, se ha hecho, de manera limitada, sólo al interior de Pemex… ¿ahí se concentra todo el fenómeno?
La ruptura violenta con esas instancias que, según Cecilia Soto, ejercen el poder verdadero en México, llevaría a la 4T a un enfrentamiento que, por descontado, aniquilaría la posibilidad misma de la existencia y continuidad del Estado Mexicano. Sobrevendrían condiciones de aislamiento y estrangulación que harían imposible cualquier proyecto de restauración del país. Imposiciones externas e internas que reclamarían violentamente sus intereses afectados.
Y entonces la paradoja surge en su máxima expresión: para cambiar en forma radical, hay que conservar lo esencial. El “gatopardismo” de la situación, la idea de que es necesario cambiar para que todo siga igual, una vez más, ante la historia, ante el mundo.