Por: Sofia Zambrano.
Estas manos. Estas manos no son mías, no pueden ser mías. Aún no logro asimilar la gravedad del temblor en México.
Mis manos seguían temblando aún después del sismo y se aferraban al celular en espera de respuestas. Yo estoy bien, mi familia está bien y sólo fue el susto… Los noticieros después nos dijeron que México no estaba bien, que el “susto” era en realidad una situación aterradora que comenzaba a sólo una cuadra de la casa de la que salí corriendo. Comí con mi familia y más tarde salí con mis primos a recorrer la zona para ayudar en lo que se necesitara. Sobre Amsterdam necesitaban cadena humana para sacar escombro de un edificio colapsado del que habían rescatado ya a cinco personas. Pasábamos piedra, varilla y cubetas con cascajo; yo me miraba las manos y me decía “estas manos no son mías”. Estas manos cierran los puños pidiendo silencio y aplauden cuando sacan a una sexta persona, pero no pueden ser mías porque están cargando piedras de un edificio que COLAPSÓ SOBRE ALGUIEN, un tío, un primo, un amigo. No pueden ser mías porque no quiero pensar que hay más de 200 personas que no sobrevivieron. Estas manos no son mías, no pueden ser mías, no quiero que sean mías porque no logro asimilarlo.
Sin embargo estas manos que saben temblar también saben de fuerza y siempre están dispuestas a ayudar. Estas manos son también las tuyas, #México. Y las manos de todos los que están en las calles ayudando, las manos de los que están fuera del país y encuentran la forma de hacerse presentes. GRACIAS, a todas esas manos que se unen hoy para sacar a México adelante.