“México huye de la verdad”, comentó el influyente diario The New York Times, en relación con los resultados de las investigaciones del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), y su duro cuestionamiento a la “verdad histórica”, que el Gobierno Federal mantiene a toda costa, en el complejo asunto de Ayotzinapa.
El diario agrega que el reporte del GIEI, “es una condena al sistema judicial notoriamente corrupto y frecuentemente brutal.” Por supuesto que se refiere al sistema judicial mexicano. Y la expresión es en verdad una condena por partida doble: por un lado, mantener una negativa obstinada en conocer la verdad de lo acontecido en Iguala la noche del 26 de septiembre del 2014, y por el otro, al señalar la descomposición avanzada de un sistema de justicia carcomido y corrupto.
El asunto es en verdad grave, porque si bien el gobierno accedió a que los expertos internacionales condujeran libremente su investigación, éstos se han quejado reiteradamente de que las autoridades mexicanas les han obstruido sus diligencias y saboteado la información y los datos de una manera persistente y malévola.
Foto: Andares Andares |
El hecho es que, con el reciente episodio que implica al jefe de la Agencia de Investigación Criminal de la PGR en una supuesta siembra de evidencias, el marcador global favorece la posición del GIEI y deja muy descompuesta la denominada verdad histórica. Esa diligencia de la AIC ha desatado los más severos cuestionamientos y dudas en torno a la versión oficial, principalmente por la ilegalidad evidente de su actuación.
Pero, el asunto va más allá. No se trata de un incidente, o de una situación más o menos complicada… Es todo un acontecimiento que, por lo pronto, ya colocó a México en el mundo como un país que se niega a conocer la verdad de lo sucedido, que oculta los caminos, y con ello ha recibido los más duros calificativos que lo colocan más como una sombría dictadura anquilosada y criminal, regresiva…y menos como una democracia emergente en pleno desarrollo.
¿Por qué la cerrazón del gobierno a colaborar con el GIEI? Tal parece que la supuesta independencia de los expertos no ha sido tal, y que su posición en el asunto le ha llevado a ser visto más como un grupo de activistas agitadores, y menos como un grupo imparcial que busca la verdad objetiva. Es decir, el GIEI ha hecho de su misión una oportunidad para cuestionar al régimen peñista y contribuir a su derrocamiento definitivo. Ante esto, la actuación oficial es consecuente.
Pero, ¿y la otra cara de la moneda? Quizás el GIEI, activista o no, se ha acercado peligrosamente a cuestionar en lo profundo los motivos del gobierno para mantener la verdad histórica que, poco a poco, se va desmontando… Quizás el temor de descubrir su verdadera cara en este episodio de crímenes bestiales, salvajismo desbordado y complicidades vergonzantes es lo que mantiene al gobierno en reserva. Y con ello afirma, por lo que niega, la cadena de complicidades que busca ocultar a toda costa. Ojalá que al final sea la verdad la que brille en toda su presencia.