El estado de inseguridad en México y la perpetuación de la prisión preventiva

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francisco rodriguez

Desde los años 60 ‘s del siglo pasado, México ha enfrentado una grave crisis de inseguridad pública por diversos factores sociopolíticos, que a la fecha siguen vigentes. Es una costumbre de nuestros gobiernos tolerar este fenómeno aceptando sus consecuencias, pese a que se conocen sus causas generadoras. Nuestra retrógrada estrategia de seguridad estriba en “castigar al niño luego de su travesura”, pero no se indaga sobre el motivo de la misma.

La única manera con que cuenta el Estado mexicano para inhibir la comisión de cualquier delito es aumentar las penas aplicables a delitos de impacto social y hacer graves los ilícitos que amenacen con su expansión en la sociedad. Como consecuencia de ello, el Estado mexicano sigue castigando al niño con no dejarlo salir a jugar, o sea, promoviendo el aislamiento de quienes presuntamente sean autores de un delito. En este caso, nuestras autoridades consideran seguir ampliando la lista de delitos que amerite prisión preventiva para que quienes vean sus consecuencias, se abstengan de actuar fuera de la ley. En términos coloquiales diríamos: “pa’ que entiendan”.

El 31 de diciembre del año pasado, se publicó una reforma constitucional para ampliar el catálogo de delitos que ameritan prisión preventiva como una manera de inhibir la comisión de determinados delitos. Aquí la muestra de que nuestros gobiernos son incapaces de madurar, de entender que los delitos no se combaten ni con el aumento de las penas, ni con la ampliación de la prisión preventiva.

Las causas que generan la comisión de delitos son muy variadas y guardan estrecha relación con fenómenos sociales que se originan desde el seno de la familia del delincuente, su forma de ser, su entorno social, sus costumbres, convicciones, intereses, gustos y otros factores culturales. En cuanto a un aspecto social, también incluye la naturaleza del entorno del delincuente y cómo éste influye en su conducta y en la forma cómo se relaciona con los demás.

Estás breves líneas resultarían insuficientes para esbozar todos y cada uno de los factores que genera la delincuencia, además de que intervienen varias ciencias en su entendimiento y regulación, como la antropología, la sociología, la criminalística, la psicología, la historia, etc.

A manera de ejemplo, podemos observar algunos países como los del Norte de Europa que presentan bajos índices de delincuencia. Esto se debe a que las sociedades y los gobiernos de esos países tienen una forma de ser muy particular que muestra madurez y ciertas convicciones que excluyen que sus habitantes ni siquiera conciban la idea de cometer algún delito.En suma, es importante que México y sus gobiernos aborden la delincuencia atendiendo sus causas eficientes, al margen de consignas y propaganda política que promete atacar la delincuencia a través de la erradicación de la pobreza y el desempleo. No es así.  Estos dos últimos fenómenos no son causas generadoras, a lo mucho, son concausas. Ese es el punto: que el Estado mexicano debe entender el problema para atacarlo con eficiencia.