Negocios son Negocios

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francisco rodriguez
En el 2018 el presidente Trump exigió a sus socios de la OTAN que duplicaran su gasto en defensa militar hasta el 4% de su PIB. Una exigencia difícil de cumplir, incluso para los países más grandes de la OTAN. Alemania, por ejemplo, proponía el incremento en defensa hasta el 2% del PIB para evitar desajustes en su presupuesto ordinario. Finalmente, ningún país miembro de la organización duplicó su gasto militar como lo exigía el socio mayoritario.
 
Ese escenario de carencia de recursos para invertir en defensa militar ha quedado atrás. Desde el 2021 varios países han aumentado su gasto en defensa militar, sean o no miembros de la OTAN. Entre los países que más han invertido en este rubro podemos señalar, en primer lugar, a Estados Unidos, seguido de China, India, los cuatro países más fuertes de la OTAN y Rusia.
 
En realidad, los países que han sido enemigos desde tiempos de la Guerra Fría  nunca han dejado de invertir en el rubro militar. En el 2021, sin conflicto bélico en Europa del Este, los países que citamos mantuvieron viva la industria militar, principalmente, el complejo industrial militar de Estados Unidos.
 
Luego del conflicto Ucrania-Rusia, la industria de la guerra experimentó una oportunidad para ganar a costa de un conflicto cuyas raíces se remontan a la revolución del Maidàn. Curiosamente la Cumbre del OTAN de este año trajo como resultado que los países acordaran aumentar el gasto en defensa militar hasta el 4% del PIB de cada socio  en aras de apoyar la defensa de Ucrania. Y es aquí donde se cierra el negocio de la guerra.
 
Luego de la campaña militar rusa, Ucrania ha recibido miles de misiles, lanza misiles, maquinaria de defensa terrestre y un sinnúmero de insumos militares, incluyendo dinero para pagar ese arsenal. Por ejemplo, Estados Unidos aprobó un paquete de ayuda para Ucrania por cuatro mil millones de dólares para pagar el armamento que adquiere del complejo militar estadounidense. Los miembros de la Unión Europea, por su parte, también surten de armamento a Ucrania y luego los países europeos vuelven a comprar armas al complejo militar gringo. El negocio es redondo y se queda entre socios: Estados unidos-Europa. 
 
Ante este escenario, se advierte rápidamente los motivos que sostienen la vigencia del conflicto en Europa del Este: los beneficios  que obtienen algunos países con la venta de armamento sin poner los muertos y un nuevo respiro – desconozco que número sea este último – que le regresa el aliento de vida a la OTAN para seguir justificando su existencia como brazo armado del Tío Sam.
 
En la guerra siempre hay un ganador que toma para sí todos los beneficios que deja una confrontación. En el caso de las guerras modernas, los ganadores ya no ponen los puertos como en el siglo XX, sino únicamente el dinero que regresa con creces. Negocios son negocios.