El concepto creativo o creatividad, se ha convertido en uno de los muchos términos hoy
en día, bastante utilizados en el ecosistema emprendedor y empresarial de todo el mundo.
Muchas ocasiones se convierte más en una aspiración de algún proceso o alguna solución
mágica, que algo realmente adoptado como parte de una cultura organizacional, y es que
en realidad no es sencillo incorporar la creatividad a un entorno no pensado para funcionar
de forma creativa. Gran parte de los problemas para permitir que la creatividad florezca en
nuestra empresa o proyecto, es la resistencia al cambio en conjunto con el miedo a recorrer
un camino poco transitado…pero de grandes frutos.
La creatividad no es una fórmula mágica, ni mucho menos una serie de pasos para resolver
problemas de “forma creativa”, la creatividad requiere conocernos a profundidad y saber
qué queremos lograr, requiere investigación, planes y grandes sueños de traer a la realidad
cosas nunca antes vistas.
Desde un pequeño cambio en el tiempo de entrega de un proyecto, hasta un lanzamiento
de marca o el desarrollo de un algoritmo para interpretar las ondas cerebrales, la creatividad
puede convertirse en nuestra gran aliada, pero no nos equivoquemos, la creatividad no
existe en un éter que vuela sobre nuestras cabezas, la creatividad está en nuestra
capacidad para cuestionar todo lo que nos rodea, en nuestra capacidad de observar los
pequeños detalles que nadie ve y pasan desapercibidos.
Incorporar la creatividad a nuestra vida diaria es en verdad un gran reto, pero en la medida
que nos hagamos conscientes de nuestro entorno y podamos cuestionar las cosas que nos
rodean, no con un afán de molestar, sino con el interés de mejorar, estaremos con certeza
recorriendo el increíble camino del ser creativo.