
Por: Rosa María Monroy Salazar
Cada vez que una niña en mi aula expresa por medio del arte sus emociones, me recuerda a las mujeres artistas han tenido que luchar por un lugar en un mundo dominado por perspectivas masculinas. Mujeres del arte como Frida Kahlo, Remedios Varo, Leonora Carrington o Camille Claudel, que, a lo largo de la historia, crearon obras de gran valor artístico, sino que también convirtieron su arte en un lenguaje de resistencia, sueños, luchas y emociones, siendo un reflejo de la humanidad misma, en donde se ha evidenciado desigualdades, especialmente aquellas relacionadas con el género.
Existieron mujeres que soñaron distinto, aquellas que desafiaron los límites impuestos por su tiempo, una de ellas fue Camille Claudel (1864-1943) a 82 años de su muerte, fue una escultura francesa cuya obra refleja la fuerza y la sensibilidad de la lucha de una mujer que quiso representar la pasión, la libertad interior en un mundo dominado por hombres.
Desde muy joven Camille demostró una habilidad natural para el modelado, en una época en que las mujeres no podían acceder al arte y desafió las normas con un espíritu libre y creativo, el cual llamó la atención del escultor Augusto Rodin, él se convirtió en su maestro, colaborador y más tarde se transformó de una relación profesional, en una relación amorosa, sin embargo por muchos años se convirtió en la sombra de él, mientras él alcanzaba la fama internacional, ella luchaba por ser reconocida como artista independiente.
A pesar de su talento enfrentó el rechazo y la incomprensión en su tiempo, su vida estuvo marcada por el dolor, fue marginada por una sociedad que no concebía a las mujeres como creadoras autónomas, fue internada en un hospital psiquiátrico donde vivió sus últimos 30 años, lejos de los talleres de mármol que tanto amaba, murió en el olvido, su legado artístico fue descubierto décadas más tarde y hoy es considerado parte fundamental en el arte moderno.
Su espíritu indomable nunca fue vencido, es reconocida como pionera y un símbolo de la lucha femenina por el reconocimiento en el arte. Camille no sólo esculpió cuerpos, esculpió el alma humana en cada obra y su legado sigue vivo en cada mujer artista, en cada niña que busca transformar su entorno, su vida y que cada obra es creada con emoción, permitiendo que las niñas como los niños comprendan que la creatividad no tiene límites o etiquetas, donde las capacidades no dependen del sexo, sino de la sensibilidad y la libertad de expresión.
La vida es arte, el color es el alma y el alma, representa la diversidad interior de cada ser humano, simboliza reconocer la belleza en las diferencias, invitar a cada uno de mis estudiantes a mirar dentro de sí mismos y reconocer su belleza, su arte y yo como docente en el aula guiando, puedo fomentar el respeto, la igualdad, la equidad, en donde, la equidad no se impone se construye con el ejemplo, con la sensibilidad humana que solo un ser humano pueda tener a otro ser humano. Donde el arte deja de ser una asignatura para transformarse en un factor de cambio, donde el color del alma no tiene género, tiene luz, amor, sueños, pero sobre todo tiene vida.