Kaleidoscopio | Prismas críticos del poder

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1. El país amaneció oliendo a gasolina… pero no de la que escasea, sino de la que se *lava*. Resulta que el nuevo **“huachicol fiscal”** no roba ductos, sino facturas; no perfora oleoductos, sino presupuestos. En esta trama, miembros de la Marina y funcionarios de aduanas aparecen mezclados en un cóctel de evasión millonaria con sabor a impunidad. La ironía es deliciosa: el gobierno que juró cerrar las fugas del huachicol terminó creando un sistema más sofisticado —sin gasolina, pero con Excel y sellos digitales—.

2. En Tabasco, el calor político está más espeso que el pejelagarto en salsa verde. **Adán Augusto López**, exsecretario de Gobernación y aspirante eterno al trono moral de la 4T, enfrenta acusaciones de vínculos con *La Barredora*. No se sabe si el nombre alude a la banda o a su habilidad para barrer las evidencias. En el Congreso, el debate fue “bloqueado”, que es el nuevo verbo para “tapar el sol con la mano”. En la política mexicana, nada se limpia: todo se encubre con discursos sobre la transformación.

3.Claudia Sheinbaum sigue disfrutando de altos niveles de popularidad, tan altos que ya no alcanzan el suelo donde camina la gente. Mientras tanto, los casos de corrupción se acumulan con la misma discreción que los baches tras una tormenta. Pero no hay problema: con la narrativa correcta, todo se vuelve “herencia del pasado”. En la nueva semántica del poder, la corrupción dejó de ser delito para convertirse en “reto pendiente del proceso histórico”.

4. Por si faltaba un toque orwelliano al guion, el Congreso aprobó nuevas **leyes de vigilancia e inteligencia**. Dicen que son para protegernos, aunque suenen a “te estamos mirando”. La oposición grita espionaje, el gobierno responde que es “monitoreo patriótico” y los ciudadanos, resignados, ya solo actualizan sus contraseñas y sonríen al dron que pasa frente a su ventana. La libertad de expresión está a salvo… siempre que se exprese con permiso.

5.  Cruzando el Atlántico, España nos recuerda que la corrupción no tiene acento: tiene partido. El gobierno de Pedro Sánchez se tambalea por un escándalo que salpica al propio secretario general del PSOE, acusado de recibir sobornos a cambio de contratos públicos. En la península ibérica, la indignación crece al ritmo del desencanto, y la izquierda moralista del “progreso europeo” se encuentra con su espejo latino: el de los sobres cerrados y las cuentas abiertas. Europa, con toda su elegancia democrática, descubre que también sabe oler a moho institucional.

7.Y en el otro extremo del mapa (y del pudor político) Donald Trump regresó al poder como si la historia fuera una secuela escrita por un algoritmo cansado. Entre tuits, juicios y discursos inflamados, el expresidente convertido en reincidente gobierna con la misma mezcla de reality show y cruzada patriótica. Gavin Newsom y otros adversarios políticos han optado por combatirlo con sátira, quizás porque la comedia es el último refugio de la cordura. Mientras tanto, Estados Unidos vive su paradoja: un país que presume libertad de prensa… pero necesita humoristas para decir la verdad.

Kaleidoscopio
Porque mirar el poder sin humor… sería un acto de fe.