3I/ATLAS

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Rosa Ana Cronicas Esmeralda

Hace tres semanas me enteré de que un objeto interestelar enorme se había colado en nuestro sistema solar. Eso, en sí mismo, me pareció asombroso, pero lo más interesante vino después, cuando la comunidad científica comenzó a describirlo y a hablar de las implicaciones de lo que iban averiguando. 

Resulta que un telescopio en Chile lo captó por primera vez en julio. Es un objeto que se mueve a 220,472 kilómetros por hora, a 58 kilómetros por segundo, y viene de otra estrella. Este es el tercer visitante confirmado de más allá de nuestro sistema solar. El primero fue Oumuamua en 2017 y, el segundo, 2I Borisov en 2019, pero 3I/Atlas es más grande, más brillante y más activo. 

Lo que les paró los pelos de punta a los astrónomos y a los astrofísicos fue su composición química, pues rompe las reglas de los objetos naturales en el espacio. Para empezar, en vez de cola, 3I/Atlas presenta una anticola. Es decir, luz dispersa que se alarga hacia adelante, en forma de lágrima, en vez de hacia atrás. Además, esta cola contiene la proporción de dióxido de carbono más alta jamás medida en ningún cometa, así como niveles industriales de cianuro y vapor de níquel atómico. Lo que llamó poderosamente la atención de este último valor es que este níquel no tiene hierro, la cual es una química desconocida para objetos espaciales naturales. Por si eso fuera poco, en septiembre la coma cambió de color de rojizo a verde azulado.

Lo que ningún telescopio en el mundo ha logrado ver es el núcleo. No se sabe ni qué forma tiene ni de qué tamaño es. Todo lo que hay son aproximaciones. Sin embargo, el 29 de octubre, cuando alcance el perihelio, es decir su mayor cercanía con el Sol, se revelará lo que yace bajo esa coma que lo cubre y comenzó siendo del tamaño de la Luna y ahora tiene el diámetro de Júpiter. Luego, 3I/Atlas se alejará rápidamente en su trayectoria hiperbólica. 

La polémica vino después, cuando se preguntaron qué era lo que estaba impulsando la emisión de metal de ese cuerpo espacial. Hubo quien argumentó que podría ser algo más que un proceso físico conocido y que quizá 3I/Atlas no fuera un objeto natural. Además descubrieron que sigue una trayectoria alineada con el plano de los planetas en nuestro sistema, lo cual no tendría explicación si fuera un cometa. Algunos astrofísicos anunciaron que podría tratarse de un objeto de origen artificial, como una sonda enviada desde algún lugar, o de plano una nave. Fue cuando los científicos de la NASA aconsejaron mantener la mente abierta. Y que lo dijeran ellos nos puso la carne de gallina. Los medios entonces aprovecharon la circunstancia para emitir toda clase de información, incluida la de notas sintéticas hechas con IA que anunciaban desde un impacto inminente hasta un ataque o una invasión.  

La comunidad científica se ha dividido entre los que están convencidos de que se trata de un cometa y los que creen que es una nave. Y es que, por un lado, 3I/Atlas exhibe una clara actividad cometaria: hielos sublimándose, coma en expansión, cola en desarrollo. Sin embargo, desafía la clasificación tradicional. Es demasiado activo para ser un asteroide, demasiado químicamente extraño para un cometa normal, demasiado antiguo para la mayoría de los escenarios de formación, demasiado rápido para un origen en el sistema solar. En lo que sí concuerdan es que es el objeto más importante en entrar en nuestro sistema solar en la historia de la humanidad. 

Y, mientras la comunidad astrofísica sigue perpleja al no encontrar una explicación concluyente, la comunidad metafísica ha empezado a emitir opiniones y, sobre todo, canalizaciones. Las más interesantes que encontré fueron la de Orcha, por ejemplo. Una entidad que dice ser de linaje lirano en Vega y asegura que 3I/Atlas es un emisario interestelar, una nave cristalina de la Federación Galáctica, camuflada con aspecto cometario para recorrer el sistema planetario sin generar miedo. Según él, su trayectoria fue cuidadosamente guiada para pasar cerca de Marte, rodear al Sol en octubre, y sembrar en cada planeta códigos de ascensión que beneficiarán a toda la red solar. Afirma que no representa peligro alguno y, por el contrario, su misión es el despertar colectivo pues 3I/Atlas porta códigos que abrirán el corazón de la humanidad. 

A través de Wendy Avalos nos dicen desde la nave: “No somos un pedazo de roca atravesando el universo. Venimos a acompañar a la Tierra, a los humanos y a los seres que la habitan, en su paso a la quinta y a la sexta dimensión. 

“Nuestros objetivos son: el primero, hacerles saber que cuando la Tierra logre atravesar la gran malla interdimensional entre el 11 de noviembre y el 25 de diciembre, su interacción con el resto de la creación se volverá constante y evidente. El segundo, que se familiaricen con la idea de que nunca han estado ni estarán solos. Y el tercero, que en la Tierra todo se reorganizará en sus moléculas, en sus partículas, en su naturaleza. No teman. Es momento de que la población completa medite. Gestionar sus emociones es su tarea número uno. 

“Nosotros estaremos para acompañar y asegurar que la transición no quebrante el libre albedrío de nadie. Estaremos allí para asegurar que ninguna fuerza externa corrompa, corte o violente el libre albedrío de la comunidad terrestre”. 

Por su parte, 3I/Atlas dice a través de Kelly Kolodney: “Yo, 3I/Atlas, soy un sistema de entrega de energía, minerales, gases, información, códigos y frecuencias. Mi entrega durante mi perihelio, a través del Sol, provocará una cascada de eventos. Quizá haya un cambio en el magnetismo y erupciones volcánicas. Es una chispa de energía que los conducirá a un salto evolutivo no solo en su conciencia sino en su ADN. También tendrá un impacto en los telómeros y la longevidad de su especie y su capacidad de adaptarse al cambio climático. Es una energía que acelerará capacidades y dones que han estado dormidos, poniéndolos a la par de la inteligencia sintética que se está levantando en su planeta, y superándola”. 

Los datos que ofrece la comunidad científica se pueden verificar, pero echan por tierra todo lo que habían establecido la física y la química cometaria. La verosimilitud de los mensajes emitidos por la comunidad metafísica no los podemos verificar; creer en ellos o no, depende de cada quien. ¿3I/Atlas es cometa o nave? Yo no lo sé. Lo que sí sé es que como humanidad estamos viviendo tiempos fascinantes y lo mejor que podemos hacer es disfrutar el privilegio de estar aquí, ahora.