

Como hemos abordado en ediciones anteriores, la controversia entre predicar y aterrizar a la realidad suele ser más compleja, sobre todo en la política mexicana. En las últimas semanas y particularmente en lo que va del año, las contradicciones entre lo que predican los dirigentes del Movimiento de Regeneración Nacional han ocupado las agendas mediáticas y la vida social de los mexicanos.
Por un lado, los escándalos de los viajes lujosos del hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador, sumados a los excesos del presidente de la Cámara de Diputados, han debilitado los principios que el propio López Obrador instauró como máximas del movimiento izquierdista que buscaba “regresar al pueblo lo robado”. Aunque para algunos simpatizantes estos hechos se interpretan como “una campaña de desprestigio”, lo cierto es que las cifras, detalles y pruebas aportadas han dado veracidad a las publicaciones e investigaciones, evitando que se reduzcan a simples difamaciones.
Algo que distintos consultores hemos señalado desde el sexenio anterior es que no se ha consolidado un bloque político opositor a Morena. Incluso la propia oposición no ha logrado conformar una agenda que le permita hacer frente no solo en lo legislativo, sino también en el territorio. Hace algunos días, las redes sociales y los medios difundieron videos y análisis sobre lo ocurrido en la Casona de Xicoténcatl: la riña entre el líder priista y Fernández Noroña. Por supuesto que rechazo cualquier uso de la violencia, pero al mismo tiempo considero importante analizar el contexto social que genera este tipo de hechos, pues nos ofrece un reflejo de lo que la sociedad dice, piensa o escucha. Interpretados correctamente, estos indicadores nos permiten entender mejor la opinión pública. Algunos se han quedado únicamente con el acto de los empujones. Sin embargo, al revisar los comentarios tanto de la oposición como de los propios morenistas que respaldaron al ex petista Noroña, las reacciones ciudadanas fueron mayoritariamente en contra del ex titular de la Mesa Directiva del Senado. De hecho, no pocos usuarios no solo mostraron apoyo a “Alito”, sino que lo percibieron como un líder capaz de afianzar simpatías. Muchos de esos comentarios expresaban sentirse representados, lo que refleja un hartazgo social hacia quienes ostentan la representación política. Esto constituye, a su vez, un llamado de atención: los errores reiterados de los dirigentes han debilitado su reputación. Por lo que si no refuerzan sus propios principios, aplican sanciones internas y reafirman el mensaje de austeridad, el partido en el poder podría perder terreno en los próximos comicios.
Por otra parte, pese a las investigaciones, acusaciones de corrupción y filtraciones que pesan sobre Alejandro Moreno, este reciente episodio (por muy violento que haya sido) lo ha reposicionado. Tal vez no como presidenciable, pero sí como figura opositora capaz de recuperar fuerza, siempre que ejecute estrategias que consoliden el descontento ciudadano y lo conviertan en capital político. Para ello debe actuar con congruencia, conectar con la gente no solo desde redes sociales o escándalos, sino mediante política de territorio, respaldada en medios de comunicación y reforzada digitalmente. La oposición al actual gobierno debe analizar, planificar y ejecutar con precisión, pues el descontento social no se limita a los lujos, casas millonarias o viajes en primera clase, sino que exige congruencia entre el discurso y las acciones. La contradicción entre ser oposición que cerraba calles frente a televisoras y ahora ostentar cargos sin rendir cuentas es un ejemplo de ello. Incluso, queda la incógnita sobre la persona lesionada en la riña (supuesta integrante de su equipo) que no aparece registrada formalmente como tal, la política sin dudas da vueltas.Como sociedad, el reto rumbo a las futuras elecciones será analizar la congruencia de quienes buscan representarnos, valorar sus acciones y tener claridad en lo que queremos como individuos y como nación. Si algo no nos convence, no importa cuántas despensas ofrezcan, ni cuántos eslóganes como “el verdadero cambio” o “robar menos” se repitan; debemos ser fieles a nuestros principios y convicciones. El cambio real ocurrirá si quienes emergen como nuevos movimientos predican con congruencia. De lo contrario, no será más que “una tomada de pelo” y un mexicano que se respeta no se deja engañar dos veces.