

“La tecnología es un sirviente útil, pero un jefe peligroso”. – Christian Lous Lange
El progreso del ser humano en los aspectos más importantes de su vida es el resultado de un largo proceso evolutivo sustentado en sus experiencias y el trabajo de toda la humanidad.
La era digital en particular, nos brinda un abanico de resultados al alcance de un botón. Uno puede encontrar cualquier información con unos cuantos caracteres insertados en algún dispositivo.
Una búsqueda relacionada con aspectos fundamentales de cualquier persona siempre deja un antecedente en la red. Los temas o inquietudes que uno deja registrados como historial son piezas del rompecabezas de nuestra propia personalidad. Uno queda registrado en la red. La red aprende a conocernos con la finalidad de ofrecernos lo que deseamos en el momento y de la forma apropiados.
Ese campo heterogéneo de personalidades en la red, sin duda, es la base adecuada para que ciertos usuarios se hagan populares por cualquier motivo. Esos personajes dominan el lenguaje de la red porque sus mensajes son fáciles de entender para la mayoría de los usuarios, que a su vez, buscan exactamente lo mismo: resultados rápidos.
Los temas más complejos que uno pudiera imaginar, que han tardado años en ser asimilados por el mundo, resultan insignificantes para cualquier influencer. Por eso se explica que la opinión de una eminencia carezca de valor frente a los argumentos del influencer más popular de la red. La gente siempre cree en la palabra de los líderes digitales.
El problema es más grave. Los usuarios que aparentemente ejercen su libertad de expresión, en realidad, son domesticados como un “ente de compañía digital”. Nuestros argumentos son cada vez más superficiales, las opiniones más predecibles, y las reacciones más automáticas, reducidas a un mero “like”.
La era digital es así. Todo mundo está acostumbrado a categorizar sus inquietudes, según los patrones que la red ofrece a sus millones de usuarios. No hay tema que google no pueda encontrar, incluso, puede reflexionar por nosotros de acuerdo a la información que aportemos.
Es difícil hallar espacio para el análisis y la reflexión a causa de la dependencia emocional que secuestra la libertad de los usuarios. Cosa rara es un cerebro crítico; por el contrario, es un pésimo producto en el mercado digital porque es complicado de dominar, pues resiste la manipulación y la pereza generalizada.
El resultado de esta trama digital es la distracción generalizada. Un factor idóneo para privarnos de nuestra libertad personal, pues entre más distracción, más dinero ganan los que generan datos y contenido en la red. Negocio redondo.
Sin duda, la distracción es el medio de control social más eficaz y sutil que la humanidad ha creado. Los usuarios ya no conversan, ni cambian opiniones; solo se comportan en línea y reaccionan digitalmente. Un teatro de situaciones irrelevantes, cuya trama son las estructuras de poder que se construyen a nuestras espaldas, pero con nuestra actuación.