Noroña y su show senatorial
Gerardo Fernández Noroña, ese paladín del resentimiento con curul, decidió que no basta con legislar: ahora también quiere ser juez, víctima y redentor. Como presidente del Senado —cargo que le queda más grande que su ego, y eso ya es decir— organizó su propia ceremonia de redención pública, donde el abogado Carlos Velázquez de León tuvo que disculparse por haberlo agredido en el AICM. ¿El lugar del acto? El mismísimo Senado. ¿La transmisión? Nacional. ¿El nivel de pudor? Inexistente.
La escena fue digna de una telenovela legislativa: un Noroña solemne, casi místico, recibiendo perdón como si el Zócalo entero le debiera algo. Lo que para muchos fue un acto de autoritarismo disfrazado de dignidad institucional, para él fue justicia divina… solo le faltó la túnica y los incienso.
El argumento de Noroña: “La agresión fue pública, la disculpa también debe serlo”. La lógica: si me insultas en un aeropuerto, te arrodillas ante mí en el Senado. No sabemos si espera que le besen el anillo, pero todo indica que el nuevo protocolo parlamentario incluye reverencia y genuflexión.
CNTE vs. Sheinbaum: diálogo a la mexicana… con cita que nadie pidió confirmar
La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) armó su clásico plantón primaveral, esta vez decorado con carpas, consignas y ese inconfundible aroma a conflicto sexenal. Como buena anfitriona, la flamante presidenta Claudia Sheinbaum les mandó invitación para dialogar el 8 de mayo. Spoiler: no llegaron. Tal vez porque no había café, tal vez porque la CNTE prefiere el modelo de “nos vemos en la calle”.
Entre exigencias vintage como abrogar la Ley del ISSSTE 2007 y reformar la reforma educativa (sí, otra vez), el gobierno ofreció jubilación más temprana —porque nada dice “justicia laboral” como retirarte antes, pero con menos pensión— y comisiones tripartitas para hacer como que se discute.
La CNTE respondió con su tradicional “gracias, pero no gracias”, y dejó la decisión final en manos de su Asamblea Nacional, por lo que sigue la telenovela educativa más longeva que La Rosa de Guadalupe.
Morena y sus nuevas becas: Diplomado en Memes y Mañaneras
La formación política de Morena ahora incluye módulo intensivo en “responder con GIFs” y “argumentación con frases de AMLO”. Para graduarse basta con repetir tres veces “neoliberal” y saber decir “compló” con convicción. ¿El futuro del país? Bien gracias, viendo los videos en clase.
Visas canceladas: gobernar es un derecho… viajar a Disney, un privilegio gringo
Mayo trajo primavera, elecciones… y la purga de visas cortesía del Tío Sam. Desde Washington se desató la operación “Visa no te conozco”, en la que varios gobernadores mexicanos —curiosamente de Morena, qué casualidad— vieron cómo su pasaporte se volvió menos poderoso que una tarjeta del Metro.
Marina del Pilar, gobernadora de Baja California y exreina del TikTok político, confirmó que ni ella ni su esposo (también morenista, porque el nepotismo sí viaja en familia) podrán volver a pisar suelo gringo. ¿Su defensa? “No es requisito tener visa para gobernar”. Y tiene razón: también es cierto que no necesitas licencia para chocar un país.
Mientras tanto, Américo Villarreal, de Tamaulipas, figura en la lista negra estilo CIA, aunque su equipo lo niega rotundamente, como si eso detuviera a las agencias estadounidenses que te investigan con satélites, drones y chismes mejor verificados que los del Senado.
Desde la mañanera, Sheinbaum sacó la bandera del “no se metan con los míos” y exigió explicaciones al gobierno estadounidense. Washington respondió con su frase favorita: “No comment”. Dicen que es información confidencial, pero en realidad todos saben que hay más archivos abiertos que casillas en domingo electoral.
La cereza del pastel: fuentes reportan que hay decenas de políticos mexicanos en la lista por presuntos nexos con el narco, y que se vienen sanciones financieras. O sea, gobernar en México ya no solo te aleja del pueblo, también te aleja de Miami.
¿La moraleja? En la 4T pueden no necesitar visa para gobernar… pero sí van a necesitar un buen abogado, una VPN y quizás una embajada amiga que no haga muchas preguntas.