
Elon Musk, fundador de Tesla y SpaceX, anunció su salida del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), organismo al interior de la administración de Donald Trump, marcando un distanciamiento significativo del ámbito político que había respaldado con fuerza durante el último año electoral.
La decisión se produce en un contexto de tensión creciente entre el magnate y ciertos sectores de la política y la opinión pública, especialmente tras una serie de incidentes que afectaron directamente a sus empresas. Entre ellos, se reportaron actos vandálicos contra instalaciones, incendios provocados de vehículos Tesla y amenazas personales, según denunció el propio Musk en una intervención durante el Foro Económico de Qatar.
“Cumplí con lo que debía hacerse”, expresó el empresario durante su participación virtual en el evento, aludiendo a su implicación política. Musk sostuvo que su apoyo a ciertas causas generó reacciones violentas contra sus compañías, y advirtió que algunos de los responsables podrían enfrentar consecuencias legales.
A través de su cuenta en X, el empresario anunció su decisión de volver a concentrarse plenamente en sus proyectos tecnológicos y empresariales. “Necesito enfocarme en X, xAI, Tesla y el lanzamiento de Starship la próxima semana”, escribió, reafirmando su compromiso con el avance científico y espacial.
Durante 2024, Tesla enfrentó su primer retroceso anual en entregas, destacando una baja importante en el mercado europeo. Pese a ello, Musk señaló que la empresa conserva una posición robusta a nivel global, con una capitalización bursátil que supera el billón de dólares.
Ante especulaciones sobre su continuidad en Tesla, el empresario comentó, con su estilo característico, que podría “morir”, pero aseguró que seguirá en su rol como CEO por al menos cinco años más. También descartó de manera tajante que SpaceX incursione en la industria armamentista, afirmando que no forma parte de sus aspiraciones.
Respecto a su relación con el expresidente Trump, fuentes desde el entorno presidencial indicaron que, aunque dejó el cargo formal en el DOGE, Musk seguirá participando como asesor no oficial, con influencia notable entre donantes del sector conservador. No obstante, allegados al empresario aseguraron que su retiro responde a la necesidad de estabilizar sus compañías en medio de la presión financiera y mediática.
Cabe destacar que Musk destinó cientos de millones de dólares en apoyo a campañas republicanas, incluida una reciente elección judicial en Wisconsin. A pesar de la inversión, el resultado favoreció a la candidatura progresista.
La salida de Musk de un puesto clave en la administración Trump, junto con la reducción de su involucramiento económico en política, marca un nuevo capítulo en su compleja relación con el poder político estadounidense. Su regreso a una agenda centrada en la innovación y la tecnología parece buscar tanto estabilidad empresarial como distancia de las turbulencias ideológicas recientes.