
Por: Maria Fernanda Vivar García
El mundo del trabajo atraviesa una metamorfosis profunda. Factores como la automatización, la inteligencia artificial y los cambios culturales y económicos están reconfigurando la forma en que las personas se vinculan con sus empleos y el modo en que las organizaciones gestionan el talento.
En este nuevo panorama, la actualización constante de habilidades se ha convertido en un factor decisivo para la permanencia en el mercado laboral. Ya no se trata únicamente de mejorar la productividad; ahora es indispensable desarrollar capacidades que permitan adaptarse a entornos en transformación continua. De acuerdo con estimaciones internacionales, cerca del 40% de las competencias actuales podría volverse obsoleta antes de que finalice la década.
El tradicional enfoque de eficiencia operativa como única medida de éxito empresarial está cediendo terreno. En su lugar, cobra fuerza un modelo centrado en las personas, donde la formación continua, la adaptabilidad y el aprendizaje permanente son elementos esenciales para enfrentar los desafíos del presente y el futuro.
Las habilidades más valoradas en el nuevo entorno laboral
Informes recientes sobre tendencias laborales identifican cinco competencias como las más determinantes para el desarrollo profesional en los próximos años:
- Pensamiento analítico y crítico: Capacidad para resolver problemas complejos con criterio lógico.
- Resiliencia, flexibilidad y agilidad: Claves para navegar escenarios inciertos y de alta exigencia.
- Alfabetización digital y en inteligencia artificial: Herramientas imprescindibles en un entorno automatizado.
- Liderazgo con impacto social: Habilidad para guiar equipos y generar influencia positiva.
- Curiosidad intelectual y aprendizaje continuo: Motor de evolución individual y colectiva.
Estas habilidades integran elementos técnicos, cognitivos y emocionales, y su dominio fortalece tanto el rendimiento individual como la capacidad colectiva de innovación.
Nuevos criterios para medir el desempeño
La forma en que las empresas evalúan el trabajo también ha cambiado. Cada vez son más las organizaciones que dejan de lado los indicadores puramente cuantitativos y adoptan métricas centradas en la adaptabilidad, la colaboración y la capacidad de aprendizaje.
En este sentido, las estrategias de gestión de talento están migrando hacia modelos más integrales. Ya no basta con atraer talento; es fundamental acompañarlo, desarrollarlo y brindarle herramientas para crecer en entornos laborales híbridos y altamente digitalizados.
Reentrenamiento: una prioridad estratégica
El fortalecimiento de habilidades no es una meta lejana. Es una urgencia concreta. De hecho, se estima que más del 80% de las organizaciones a nivel global ya contemplan acciones de reentrenamiento y actualización de su personal como parte de su planeación estratégica.
A esto se suma un cambio de actitud por parte de los trabajadores: cada vez más personas buscan empleos que les permitan crecer profesional y personalmente, lo que obliga a las empresas a ofrecer no solo salarios competitivos, sino rutas claras de desarrollo.
Invertir en el aprendizaje y la formación continua no solo prepara a las organizaciones para enfrentar escenarios de crisis o disrupción, sino que promueve entornos más humanos, flexibles y productivos. La evolución del trabajo ya está en marcha. Quienes apuesten por el crecimiento de su gente serán quienes marquen la pauta en los próximos años.