

Eran las doce y media del lunes 28 de abril y estaba por meterme a bañar para comer temprano y que Gustavo me llevara a tomar mi clase de manejo a Granollers, cuando me di cuenta de que no había agua caliente. Se lo comenté y desde la cocina me avisó que no había luz. Como siempre, fue a revisar el tablero de control para ver si se había fundido algún fusible. No. Todo estaba en orden. Entonces quiso llamar a la compañía de luz para saber qué había pasado y a qué hora se restablecería el servicio, pero resultó que no teníamos wifi ni internet de la calle, es decir que estábamos incomunicados. Esto no nos había sucedido nunca. El vecino de la casa de enfrente nos informó que no había luz en Dosrius, que es el pueblo al que pertenece nuestro fraccionamiento. Por fortuna nuestra estufa no es eléctrica sino de gas. Puse a calentar agua suficiente para un par de cubetas y con eso me bañé.
Nos fuimos hacia Granollers, que es la capital del Vallès Oriental, una comarca ubicada en la provincia de Barcelona. Allí estoy tomando clase de manejo dos veces por semana para obtener mi licencia de conducir. Al entrar en la ciudad noté que la gente conducía erráticamente. Luego me di cuenta de que los semáforos no funcionaban. Me iba fijando a ver si los comercios tenían luz, pero no. Los interiores se veían oscuros y había gente afuera, presumiblemente los encargados, y por las aceras circulaba cantidad de niños de todas las edades, lo cual era inusitado porque en España salen de las escuelas a las cinco de la tarde.
Estábamos decidiendo qué hacer, pues no le veía caso a tomar clase de manejo cuando los semáforos de la ciudad no estaban funcionando, cuando entró un mensaje de Miri, nuestra hija, diciéndonos que había logrado resolver el problema de cómo regresar a su casa. Su novio pasaría por ella, pues no había trenes. ¿Qué no había trenes? ¿Pues qué había sucedido? Lo último que pudo decirnos fue que el apagón había sido en toda España y Portugal. Nos quedamos fríos. No lo podíamos creer. Y nadie sabía hasta cuándo volvería la luz. Nos regresamos a casa e hice lo único que podía: acumulé tanta agua como pude. No había manera de saber cuánto tiempo duraría el apagón.
En una de las compañías en donde Gustavo había trabajado les regalaban objetos antiguos en perfectas condiciones. ¡Uno de ellos fue un radio de transistores que para nuestra enorme sorpresa funcionaba! Gracias a ese radio pudimos enterarnos de lo que pasaba. Nosotros estábamos a salvo en casa, pero cantidad de gente se había quedado en la calle sin poder volver a sus casas, después hubo testimonios de gente que caminó durante horas. Se abrieron las estaciones de trenes para que los que iban a otras ciudades pudieran pasar la noche allí. Lo peor fueron las personas que se quedaron atrapadas en elevadores. Y cuando la batería de nuestros celulares, que nos servían como antorchas, casi se nos acababa, bajamos al auto a cargarlos mientras escuchábamos a Pedro Sánchez, el jefe de gobierno, explicar que aún no sabían qué había sucedido. ¡Algo tan aparatoso! Desde luego la gente comenzó a fabricar teorías, y mientras tanto la luz llegaba aquí y allá provocando el alboroto de las personas. En nuestra casa llegó por la madrugada.
Una de las causas más plausibles del apagón que he hallado, tiene que ver con el período de transición energética que vive Europa -y especialmente España-. Aunque el evento no fue provocado directamente por un fallo en las energías renovables, el nuevo modelo energético introdujo factores técnicos y estructurales que aumentaron la vulnerabilidad del sistema. De acuerdo con la Unión Europea, el proceso de transformación del sistema energético conducirá hacia un modelo más sostenible y limpio basado en energías renovables, en particular la solar y la eólica, para lo cual están sustituyendo centrales térmicas y nucleares por parques eólicos y solares. En particular, se planea convertir a España en un centro mundial de producción de energía solar, razón por la cual en varias ciudades de Andalucía están talando miles de hectáreas de olivares para colocar paneles solares, lo cual está dando pie a incontables protestas. Y en varias regiones de España corre el rumor de que hay avionetas que dispersan nubes para impedir la lluvia, algo que aceleraría el paso de España hacia la desertificación.Sin embargo, las fuentes gubernamentales no han dado una explicación oficial definitiva y nosotros seguimos sin saber qué fue lo que realmente sucedió. Se va la luz en un país entero y nadie sabe porqué.