Hemos fallado todos

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En su artículo “Un cambio radical”, publicado en El Financiero a principios del mes de abril, el columnista Pablo Hiriart afirma que “el país está tocando un fondo muy oscuro que nos dice a gritos que hemos hecho muy mal las cosas. Hemos fallado todos.”

A continuación, Hiriart enumera una serie de hechos que por su barbarie y salvajismo son en verdad monstruosos:

  • Un juez que reconoce que abusar de una menor no constituye delito alguno.
  • Que ese mismo juez haya redactado su sentencia sin pensar que no pasaría nada y que saldría impune.
  • Que la periodista Miroslava Breach haya recibido cinco tiros frente a su casa en Chihuahua y delante de su hijo de siete años.
  • Que a Paloma Merodio, candidata al INEGI, la hayan linchado con sevicia en los medios, las redes y el Senado.
  • Que en Veracruz hayan aparecido fosas con más de 250 cráneos de personas torturadas.
  • Que los cuerpos de los asesinados fueron mutilados antes de morir con un salvajismo inaudito.

Hiriart se pregunta cómo es que han surgido mexicanos capaces de cometer esas atrocidades.

¿Cómo es que hemos llegado a la barbarie que vivimos?

La falla es de todos: gobiernos y sociedad civil. Falta de autoridad moral por todos lados. Los hechos mencionados le sirven a Hiriart para señalar que el país ha tocado fondo en aspectos ajenos al debate partidista.

La educación es un tema recurrente. El sistema educativo es responsable en parte del salvajismo imperante. Se han perdido los valores. De igual forma la falta de política social incide sobremanera en el tema.

“Los medios de comunicación, analistas e intelectuales, también han fallado. Se le da publicidad en vivo y en directo a las peores barbaries, o a las golpizas entre menores de edad.”

“Codearse con El Chapo es la puerta para volver al estrellato.”

Se requiere un cambio radical, concluye Hiriart. Estamos mal como sociedad.

“No necesitamos un mesías impostor y autoritario, pero el cambio radical es imprescindible”, concluye.

Me adhiero un ciento por ciento a lo comentado por Pablo Hirirat.

Y agregaría un detalle: si bien el populismo que se divisa en el horizonte de la vida nacional es una amenaza patente y nos pone como país en situación de elegir con prudencia e inteligencia las oportunidades hacia el futuro, valorando el largo plazo y evitando el rencor y el resentimiento social, lo cierto es que las masas irredentas con las que nutre su ansia de poder están a tal grado deprimidas, que lo que ha señalado Hiriart nos coloca en una encrucijada verdaderamente sin paralelo en la historia nacional.

El patético ejemplo del “gobierno” de Venezuela, irresponsable y dictatorial, debe ser, ahora, más que nunca, el mejor ejemplo de los riesgos de lo que el populismo trae consigo.

Con estas palabras, vaya mi más ferviente solidaridad con el pueblo venezolano, que no merece el trato que ha venido padeciendo; y con mis mejores deseos de que restaure pronto su camino libre y democrático.